Y no hay.


Y no hay verdad más grande, que el contemplarte en Sevilla para darse cuenta que no hay mejor tesoro que guarde esta tierra, el de Tu Esperanza.

Y ya nada me duele.


Y ya nada me duele, absolutamente nada, vengo curado de espanto e hipócritas con armas como el desprecio, la prepotencia, la calumnia y en pegarle a uno un empujón para caerlo al fondo de las maldades. Unas maldades que siempre salí  de ellas gracias a no perder mi Esperanza, Tu Esperanza, Macarena.

Yo monto el Belén.


Yo monto el Belén, y respeto todo y a todos los que no lo monten. Pero si a usted no le gusta o no respeta nada ni a nadie que tenga sus costumbres yo desde aquí, a la Venta er Nabo lo mando.