Giralda.


Ni la niebla puede tapar tu belleza, Giralda.

Anatomía del Cristo de la Fundación.


Sin duda alguna, el Crucificado de Sevilla que mejor representa las facies cadavéricas y una anatomía digna de ser estudiada.

Estrella.


Y nunca el dolor encontró tanta belleza y perfección, que en la Estrella de Triana. Aquella que apaga la luz hasta de las estrellas para alumbrar con la suya a Triana y Sevilla.

     Foto de Jose Campaña.

Un poco de historia sobre la Hermandad del Amor.


La Hermandad del Amor como tantas otras Cofradías es el resultado de la fusión de otras dos. La primera es la de la Sagrada Entrada en Jerusalén, que se fundó en un hospital del gremio de medidores de la Alhóndiga situado donde hoy está la Iglesia de los Terceros. Pero con la reducción de hospitales en 1587, se trasladó a una Capilla contigua de los Santos Cosme y Damián, propiedad de los condes de Mejorada y luego fue cuando la Orden Tercera construyó su Iglesia y convento, donde se trasladaría la Hermandad. 

La otra Cofradía fue la del Amor de Cristo, Madre de Dios del Socorro y Gran Patrón Santiago, fundada a finales del siglo XVI en la Parroquia de Santiago, la cual tenía entre sus fines visitar y socorrer a los presos. Cofradía que en 1603, se traslado a la Iglesia de los Terceros y se agregó a la Basílica romana de San Juan de Letrán en 1608, fusionándose en los Terceros con la Sagrada Entrada en Jerusalén en 1618, cuyo Crucificado del Amor es uno de los más notables de toda Sevilla.

También como otras Hermandades esta se vio obligada a mudarse varias veces de sede, como por la ocupación de la ciudad de los mamones franceses, que cerró la Iglesia de los Terceros y se trasladan a la Parroquia de San Miguel, donde vivió la Cofradía una época de gran esplendor, para que por los sucesos revolucionarios de 1868 al ser derribada San Miguel pasan de nuevo a los Terceros hasta 1870, que se trasladan a la Capilla del antiguo convento de Agustinas del Dulce Nombre de Jesús, pasando también por la Parroquia de San Pedro y Santa Catalina para instalarse en 1922 en la Iglesia del Salvador, donde actualmente siguen.

Las primeras Reglas que se conocen de la Hermandad del Amor son de 1676, redactándose otras en 1784 en las que establecen la salida el Domingo de Ramos. Esta Hermandad en 1818 fue agregada a la Basílica de Santiago de los Españoles de Roma y obtuvo después el título de Real al recibir a Fernando VII como hermano, y también el título de Pontificia y Archicofradía por bula papal de 1827, siendo la primera con este título. Una Hermandad que no se puede usted perder el Domingo de Ramos. Pues no ver a la Borriquita es como no haber visto la Semana Santa.

Foto de Rafaes.



La Capilla de San Laureano de la Catedral.


Tiene esta Capilla una reja de 1703, y en lo alto una bellísima vidriera realizada por Enrique Alemán en 1485, con las representaciones de Santa Catalina, Santa María Magdalena, Santa Marta y Santa Margarita. Y otra bella vidriera que se encuentra en su interior realizada por Vicente Menardo en 1572, con las representaciones de San Isidoro, San Laureano y San Leandro, siendo la decoración de sus muros costeada por el canónigo don Valentín Lampárez y Blázquez, quien dispuso que se enterrase en ella.

Tanto el retablo como las pinturas son de primero del siglo XVIII. Un retablo de dos cuerpos y con columnas salomónicas, viéndose en el primer cuerpo relieves de San Laureano en oración y la aparición del Ángel a San Laureano, y en su hornacina central la escultura en el centro del Santo que da nombre a la Capilla, que lleva ropas de Obispo.

La Capilla de San Laureano es quizás, una de las que más historia tiene de la Catedral. Pues según la tradición viene afirmando que la Capilla fue parte arquitectónica de la Catedral que primero se construyó y la primera que se terminó, celebrándose ya en 1412 culto en ella. Se encuentra enterrado en esta Capilla desde 1417 el Arzobispo don Alonso de Egea, y en el centro del muro frontero un sepulcro perteneciente al Cardenal don Joaquín Lluch y Garriga, que falleció en 1882 y está realizado en mármol en 1885 por el escultor Agapito.