El Convento de Santa Inés de Sevilla y algunas curiosidades.


Fue fundado el convento de Santa Inés por doña María Fernández Coronel en 1374, bajo las reglas de las Clarisas y licencia otorgada por el Arzobispo de Sevilla, Fernando Albornoz en 1375, cuyas obras se concluyeron a finales de 1376, siendo de estilo gótico mudéjar, el cual se constituyó con unas 40 monjas profesas que procedían la mayoría del convento de Santa Clara de Sevilla y de Moguer (Huelva). Gozo este convento de la protección de todos los monarcas, de los que recibió grandes privilegios y muchísimas donaciones, confirmadas la gran mayoría por mayoría por los Reyes Católicos.

Cuenta la leyenda, que tras la muerte del esposo de doña María Coronel Juan de la Cerda, esta se separó de la vida para llorar su muerte. Pero a pesar de su retiro fue acosada por Pedro I "el Justiciero", quien puso sus miras en ella queriéndola conquistar, lo que hizo que ante tal acoso doña María Coronel decidiera retirarse al convento de Santa Clara, siguiéndola  el Rey detrás para hacerla suya. Situación que llevo a doña María a arrojarse aceite hirviendo en el rostro quedando absolutamente desfigurado, lo que terminó con el acoso del rey, que cometió un gran delito en su obsesión, y entonces no existía el 016. Hoy existe y muchas buenas mujeres que por miedo lo ignoran, cuando a lo más mínimo deberían de actuar para  no llegar a una desgracia por un montón de maltratadores Hijos de Putas.

El convento posee grandes obras de arte como su retablo mayor, obra de Fernando de Medinilla, una imagen de Santa Inés de Francisco de Ocampo y un San Blas del Gran escultor cordobés Juan de Mesa. Destacando en su orfebrería un arca para el Monumento del Jueves Santo, que donó doña Catalina de Rivera, una cruz de filigrana con rosa de diamantes y un cáliz decorado con medallones y guirnaldas.

Dicen, que en un arca metálica se guarda la cabeza de una de las 11.000 Vírgenes de Colonia, y que si se reza 11.000 Padrenuestros, las Vírgenes avisan del día de la muerte tocando muy suave una campanilla, contando más de una monja que profesó en el convento, que dicha leyenda se cumplió varias veces. Ya saben, nunca pongan en duda nada.





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