Llantos en el Callejón de la Inquisición.




Se encuentra el Callejón de la Inquisición en Triana, el que entre los siglos XV y XVIII la Santa Inquisición sevillana tuvo su cede en el Castillo de San Jorge a orillas del Guadalquivir. En este castillo estaban las cárceles del terror, en la que los condenados muchas veces morían de impotencia y pánico antes de las torturas a las que serían sometido.

Cuentan que aún en estos tiempos todavía se escuchan llantos y gritos de las ánimas de los condenados, con el sonido del arrastre de sus cadenas. No siendo de extrañar si solo nos imaginamos un poco el sufrimiento que pasarían aquellos condenados, y la mayoría de las veces por pensar diferente de la Iglesia, la que no supo demostrar para nada la piedad de Dios.

El final trágico de Elvira Mendoza en el convento de San Leandro.


Convento de San Leandro.



Esta historia o leyenda que a continuación vamos a contar tuvo lugar en el recoleto y precioso convento de San Leandro de Sevilla, donde la joven Elvira Mendoza tras morir sus padres heredó una gran fortuna e ingresó en el convento convencida por el tutor y un fraile. Dos pícaros de mucho cuidado que lo único que buscaban era la fortuna de la joven, por eso la convencieron de entrar en San Leandro.

Pasado unos días, la joven Elvira se dio cuenta de la trama de los dos pícaros, por lo que solo le quedaba esperar a que su hermano Juan de Mendoza la sacara de su cautiverio. Pero el muy cerdo tutor le dijo que su hermano se había casado y la había olvidado para siempre, una mentira más a la pobre Elvira para que olvidara su fortuna y el quedársela al completo.

Sería en una tarde del frío Diciembre cuando Elvira a sentirse muy deprimida subió al campanario del convento, donde terminó con su amargura ahorcándose con las cuerdas de las campanas, las que sonaron tristemente mientras ella era elevada y descendida. Era como una maldición. Pues al poco tiempo tanto el tutor como el fraile murieron apuñalados entre ellos en una riña por el dichoso dinero. Y luego dicen que el dinero no trae disgustos, no, pero sí más de una muerte. Cuentan que más de una vez las campanas del convento por Navidades en San Leandro han sonado solas, como si fuese en honor a Elvira de Mendoza.

Los fantasmas del antiguo restaurante Viandas.


Fue el restaurante Viandas todo un referente de las historias paranormales, el que cerró para abrirse otro establecimiento de similares funciones. Todo empezó al realizarse las obras de reforma del establecimiento, en el que los trabajadores notaban el cambio de sus herramientas de sitio, o como la puerta de acceso aparecía abierta por la mañana cuando fue cerrada con llave el día anterior. Algo fuera de lo normal.

En el año 2001, algunos camareros del restaurante Viandas vieron más de un suceso, como el movimiento de objetos y también notaban  presencias invisibles que hasta dicen llegaron a tocar a más de uno. Decían oir lamentos extraños, se notaba una brusca bajada de temperatura y más de una vez saltaba la alarma. Un lugar que cuando cerraba aparecía al día siguiente con las ventanas y puertas abiertas, como si no quisieran esas presencias fantasmales en el lugar que se adentrarse nadie.

Los seres fantasmales que habitaban el restaurante Viandas llegaron en alguna que otra ocasión a llamar por su nombre a algún camarero, los que apresados del miedo ni querían ir al cuarto de baño solo. Este lugar parece ser que está como en una zona maldita. Pues antes del restaurante ya paso más de una tragedia como la del tranvía de 1946, que al descuidarse se llevó a varios vecinos por delante, o el aterrador arcón de madera con el cuerpo de un niño muerto del que no nunca se supo nada y que lo dejaron en la puerta del edificio. Una historia o leyenda que muchos  pasarán un pimiento, pero un servidor no, por eso a más de uno lo invitaría a cenar pero solo en el lugar y con velas, a ver si tienen los muy valiente c****** de aguantar.