La Piedra Llorosa.



La conocida o muy nombrada Piedra llorona se encuentra al final de la calle Alfonso XII, en la zona de los Humeros y la Puerta Real. Piedra de la que cuentan que se sentó a llorar amargamente y diciendo las palabras de "pobre ciudad...pobre ciudad", el 11 de Julio de 1857 el que entonces era alcalde de Sevilla, D. Juan José García de Vinuesa tras contemplar y tratar de impedirlo el fusilamiento de más de ochenta jóvenes de la ciudad en la Plaza de Armas del Campo de Martes.

Fue en el año 1857, coincidiendo con el reinado de Isabel II y estando Narváez en el gobierno cuando España sufrió la Primera Guerra Carlista. Situación por la que un grupo de jóvenes liberalistas de Sevilla se alzaron contra el sistema impuesto tomando armas y encaminándose al monte en dirección a Ronda, con la mala suerte que fueron detenidos por los regimientos de Albuera y Alcántara y fusilaron a una gran mayoría, mientras que el resto de jóvenes fueron apresados y llevados a Sevilla.

Una vez ya en Sevilla, un comisionado de Narváez, Manuel Lassada y Solera mandó dar muerte a los jóvenes presos que trajeron y sin poder hacer nada como ya hemos dicho el alcalde García de Vinuesa, el que intentó pedir el indulto sin éxito alguno. Por todo lo ocurrido termino totalmente destrozado y llorando en la piedra, la que desde le cayó las lágrimas del alcade dicen comenzó a brotar agua de forma inexplicable. Así fue como se denominó "La piedra llorona".



La Real Academia Sevillana de Buenas Letras.



La muy desconocida Real Academia Sevillana de Buenas Letras se encuentra en el transitado barrio de Santa Cruz en la calle Abades desde 1980, ubicada en la Casa de los Pinelo. Un edificio declarado Bien de Interés Cultural y catalogado monumento en 1954.

Se alzó la edificación del edificio en el primer tercio del siglo XVI para el canónigo de la Catedral, don Diego Pinelo, de origen genovés. Siendo una de las primeras casas nobiliarias que se construyen en Sevilla y a la que se le incorpora diversos elementos arquitectónicos de tipo renacentista y mudejares.

Perteneció la casa a la familia Pinelo como ya hemos dicho, y fueron sus últimos moradores los canónigos Jerónimo y Pedro Pinelo, los que donaron la casa a la Catedral sevillana. Por eso fue residencia de los canónigos y de ahí el nombre de calle Abades hasta su desamortización en el siglo XIX, que pasó a manos privadas y tuvo diversos usos como centro de primera y segunda enseñanza, un almacén de alquiler de Carruajes, una imprenta, las oficinas del Monte de Piedad  y a principios del siglo XX un hotel.