Caminaba.


Caminaba con la cabeza hacia abajo y no porque tuviera nada que esconder ni de avergonzarse. 

Caminaba con la cabeza hacia abajo para no tener que ver la realidad de una sociedad a la que ayudó bastante y cuando la necesito desapareció como por arte de magia, una sociedad putrefacta y satánica que muchas veces es mejor no mirarla, porque aunque la mires y te enfrentes a ella, cuando te cierran las puertas no hay manera de abrirlas. Por esto se quedó con la única puerta abierta, la de la vida, la de la naturaleza y los animales, que últimamente de mostraron más humanidad hasta que el propio ser humano.

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