Desde hace tela de siglos, cuando una persona había muerto se hacía prácticas como: pellizcar los pezones con alicates, azotar la piel con ortigas, hacer cosquillas en la nariz con una pluma, clavar agujas bajo las uñas de los pies y varias cositas más. Pero para certificar la muerte de los Papas había un ritual que era llamado la ceremonia del martillo o llamamiento.
Al último Papa que se le practicó fue a Pío IX en 1878, ritual que el camarlengo debía de golpear la frente del Papa tres veces con un pequeño martillo de plata maciza y llamar al difunto por su nombre de pila tres veces. Si a mí me lo tuvieran que hacer dejaría escrito antes que con tres botellines de cerveza, seguro que despierto y me trago los tres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario