Vivió en 1779 en la antigua calle Dados una mujer ciega, llamada María Dolores López, conocida por la «Beata Dolores o la Beata de los huevos>>.
La Beata Dolores no fue ciega de nacimiento, se quedó por una enfermedad que le hizo perder la vista a los doce años, dedicándose desde entonces a coser a tientas toda clase de prendas, y en especial las de luto. Pero al no proporcionarle estas medios suficientes, Dolores instaló en su casa un despacho de huevos que fue muy frecuentado por el vecindario.
La Beata gastaba una broma a su público, la que la llevó a la muerte, empezando a ser llamada «Beata de los huevos» porque cuando se le terminaban los huevos decía a sus parroquianos: Esperad un poco que voy a poner huevos, entrando solo en el interior de la casa y cogiendo huevos que tenía en el almacén volviendo con ellos. Pero por desgracia en aquellos tiempos la superstición popular era enorme, lo que hizo circular entre las gentes de que la pobre Beata ponía huevos igual que una gallina, y que también cosía las prendas negras con la ayuda de los demonios, lo que hizo que el cínico y cabrón Tribunal de la Inquisición mandara un carruaje a casa de la pobre Beata para ser trasladada al Castillo de Triana, donde permaneció encerrada hasta el 23 de Agosto de dicho año , y después de la mañana del 24, celebrado un acto público en la Iglesia de San Pablo ser quemada la «Beata Dolores» en la hoguera que se encendió y quedo ardiendo hasta las nueve de la noche.
Unos cabrones santos
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