Fue esta imagen aunque muchos no se lo crean una de las devociones que suscitó mayor devoción en Sevilla, comparándose hoy a la del portentoso y sublime Señor del Gran Poder.
Cuenta el historiador Alonso Morgado, que el Santo Crucifijo fue traído de las Indias y que los religiosos Agustinos lo solicitaron para su convento; como el Cabildo Catedral también lo pretendía, tuvieron que intervinir los padres del Santo Oficio de la Inquisición, quienes idearon colocarlo en una litera que recaía a lomo de dos caballos, los que sueltos al azar para ver a donde tiraban se fueron derecho hacia el convento de religiosos, contando otra tradición que recoge el mismo autor, que el Santo Crucifijo fue hallado en una cueva en 1314 por un pastor, estando dicha cueva en el Prado de Santa Justa.
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