Es muy sencillo dar animo y hablar de Dios cuando cualquiera se va de este mundo y por cosas que jamás comprenderemos, como por ejemplo, un niño de cinco o seis añitos, alguien en un accidente de tráfico, otros por una maldita enfermedad y encima muy jóvenes.
Es muy sencillo decir, así, lo ha querido Dios, cuando un montón de indeseables siguen en la vida para aún empeorarla más, es muy sencillo agarrarse a un Dios para salir del paso y relajarse espiritualmente. Pero hay cosas, que por mucho que queramos buscarle un porqué, lo único que hacen es alejarnos un poco más de ese Dios y que a lo mejor sólo existe en nuestra mente.
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