¡Quien se fue de Sevilla perdió su silla!.


Exclamación que se le dice a alguien que por ausentarse ha perdido un lugar que ocupaba.

Era en el siglo XV, y hallábase Galicia en plena revuelta social, cuando en 1460, don Alonso de Fonseca, Arzobispo de Sevilla consiguió que nombrasen a su sobrino, quien también se llamaba Alonso de Fonseca, Arzobispo de Santiago. Pero temeroso de la mala situación gallega, el joven le pidió a su tío que intercambiasen sus titulos durante un tiempo. El Arzobispo de Sevilla accedió y fue a Santiago cuatro años, hasta que las cosas se arreglaron un poco.

 Cuando regreso a Sevilla se encontró con el desagradecido sobrino y mamoncete que no quería apear de la silla sevillana, tuviendo que acudir al Papa y el Rey el tío del joven Arzobispo para que se fuera de una puta vez a Santiago y fueran ahorcados todos aquellos que lo habían apoyado, ¿ que tendría la silla de Sevilla?.

El 17 de Mayo de 1473 muere el Arzobispo en la villa de Coca.

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