En la Prehistoria, el hombre aprende a perfeccionar los instrumentos necesarios para su subsistencia. De ellos se tienen prueba como hachas y rascadores fabricados con sílex y cuarcitas.
Hoy, aunque no estamos en la Prehistoria, también el hombre perfecciona no los instrumentos, sino el ingenio para llegar a fin de mes por la monstruosa corrupción.
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