Los cofrades de luz y sangre.


Fueron los primeros hermanos de luz los que formaban parte del cortejo procesional. Siendo curioso que no realizaban penitencia pública de ningún tipo, solo se limitaban a dar luz al desfile con antorchas o velas, todo un mundo muy diferente comparado con el de hoy, aunque parezca igual.

 Y entre los hermanos de sangre, hay que destacar a los empalados, los que se entablillaban con un madero el torso, los aspados, los que se sujetaban los brazos y piernas a la cruz y los flagelantes o disciplinantes, que se autoflagelaban en señal de penitencia pública, (hoy a más de uno habría que flagelarlo para que pongan un poquito más de su parte y no se crean que están en la Feria).

Los famosos disciplinantes o la práctica de la autoflagelación pública, aparecieron de la mano de San Vicente Ferrer en sus campañas de predicación entre 1411 y 1412. En los sermones hablaba San Vicente de la Penitencia como parte de la conversión interior del hombre hacia Dios, (hoy por mucho que dijera, creo que poquitos se flagelarían). Los antiguos disciplinantes de las Cofradías de Sevilla llevaban el rostro cubierto con antifaz y las espaldas desnudas  y todos con látigos, los cuales caminaban lentos y se daban golpes en las espaldas ante el asombro más que la admiración del público, y cuando la Cofradía regresaba de su estación a su Capilla le tenían preparadas algunas vasijas grande con vino hervido, arrayán en polvo (no confundir con la pesadala serie de Canal Sur), laurel, violetas, Romero y rosas para que se lavaran las heridas que traían, siendo estos asistidos por los hermanos que por alguna causa no habían salido o por los cofrades de luz.

Según Bermejo, dice que los hermanos de sangre llevaban unas rodezuelas como unos bolillos de cera, cubiertos de hilos basto cuyas extremidades terminaban casi en punta, y en su centro, que figuraba una rueda, estaba embutidas varias piedrecitas que terminaban en puntas, con las cuales se herían muy fuerte los disciplinantes. Antes de terminar, diremos que hoy los cofrades que recuerdan  a los de luz son los que portan cirios y los que recuerdan a los de sangre son los nazarenos penitentes que portan la cruz sobre su hombro, siendo Carlos III quién con una Real Orden suprimió en 1777 a los disciplinantes.

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