Hay que ser muy cobarde y muy cabrón para quemar las carrozas de una cabalgata de Reyes Magos.
Hay que ser muy hijo de la gran puta como estos cerdos o cerdas que así han actuado creyéndose que el daño lo hemos sufrido los que ya pelos en los huevos tenemos, que no digo que no lo hayamos sufrido también. Pero sepan terroristas de la ilusión, de la alegría, de la magia, de la humildad de los niño y de los Reyes Magos, que los que verdaderamente lo han sufrido este acto que sólo unos monstruos como ustedes lo pueden hacer son los niños.
A ustedes os quemaba yo vuestra ilusión sin pensármelo un segundo. Pues las Carrozas de la Ilusión no se queman, cabrones.
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