Y lloró la luna.


Y lloró la luna por tan malvado gesto hacia Jesús. 

Y lloró la luna y hasta la noche en Sevilla se detuvo ante tan cruel humillación que el Hijo de Dios recibió en San Lorenzo, su barrio, el barrio que no soporta ni entiende que al más grande de los nacidos la mano se le levante, si no es sólo para rezarle.

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