Antiguamente el Lavatorio lo hacían todas las Cofradías de Sangre a su regreso a los disciplinantes.
Consistía este acto en lavar las heridas causadas por la disciplina en la procesión, con un baño compuesto de varias plantas y hierbas medicinales, (las que sí hoy se intentará de curar a algunos hijos de putas su lengua no vendría nada mal) eligiéndose siempre a un cierto número de hermanos de luz.
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