Me habla usted de valores, de algo que ni usted sabe lo que significa, pero intenta intimidarme sermoneándome como un cura malo, que por cierto también los hay.
Me sigue usted hablando de esos valores y yo me largo dejándolo con sus envenenadas palabras en el aire para que aún lo contamine más ya de lo que está. Déjeme por favor de hablar tonterías de valores cuando está usted casado y encima mantiene a una quería, no conformándose con esto, que hasta maltrata a su mujer y a su hijo lo tiene como un objeto en medio de sus valores, esos que le marcarán de por vida a la criatura y a usted le seguirá importando un rábano.
Métase sus valores por el culo y cuando se de cuenta del daño que está haciendo hablamos sentado o de pie, o donde usted quiera.
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