A estas horas teníamos la luz apagada de la habitación donde tú te encontrabas. Me costaba trabajo mirarte. Pero lo tenía que hacer, porque sabía que no te iba a ver nunca más.
Me recordaba a aquel que expira y agoniza en Triana, parece como si él se hubiera metido en tu cuerpo para morir por ti y no sufrieras más esa maldita agonía que jamás podré olvidar. Si fue así, le doy las gracias a ese buen hombre que no es otro que el Cachorro Bendito. Pero sepas mi Dios de Triana, que hasta hoy todavía no he podido mirarte ni siquiera un ratito porque a él me lo recuerdas, por eso te pido paciencia conmigo, porque en ti veo a mi...
No hay comentarios:
Publicar un comentario