Que no la toquen ni el aire la roce. Que ni siquiera se atrevan a dudar de su Esperanza. Que la sigan paseando por Sevilla en su Madrugá esos ángeles costaleros para que la Madre de Dios no se canse, que ya bastante dolor lleva por tan injusta sentencia.
Que no la toquen ni el aire la roce, y no se avergüencen en arrodillarse ante Ella, porque es la Madre de Dios, la Esperanza Macarena y vive en Sevilla.
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