Amor inexplicable.
Estas líneas que empiezo a escribir, no son un invento mío ni mucho menos, es una de las tantas historias de amores desagradecidos que vivimos a diario y hace un tiempo me contaron y conocí. Una historia, que más bien fue para ella un calvario por no conseguir nunca el amor correspondido del hijo de la gran puta marido. Si solo consigo que algunos de estos indeseables lea esto y recapacite un poco, me daré por satisfecho.
A la mujer que me refiero, la he conocido personalmente. Siempre muy cordial y de buenos modales, los que cada vez van quedando menos en esta bajuna sociedad. Mujer, que a pesar de sus buenos modales y llena de un amor verdadero hacia su marido, nunca fue correspondida con un gesto de cariño o un simple buenos días mi amor. Cosa que a ella le fue consumiendo en los últimos dias de su desgraciada vida al lado de ese indeseable.
En los últimos días de su vida, ya casi sin poder echar el paso hacia delante, siempre de vuelta a su casa iba con dos o tres bolsa llena de mandados. Mientras el desagradecido marido solo llevaba el periódico en su mano derecha y saludando a sus amigos de toda la vida, amabilidad que nunca le demostró a su querida y buena mujer, la que todos los días se perdía a partir de la media mañana en su casa para hacer las labores y a medio dia tenerle preparada su comida, el se dedicaba mientras a pasear y a estar pendiente de la puerta del garaje, la que lo tenía obsesionado cuando alguna avería sufría.
Como ven, el hombre estaba bastante aburrido y no tenía problemas alguno, ni el de su pobre mujer cuando cayó enferma el muy...Pero llegó el día, si, me refiero cuando la mujer ya no pudo más en esta vida sin sentido con su cuerpo y expiró. Fue entonces, pasado unos días cuando vi al hombre cabizbajo y perdido por la soledad que se lo comía, su mirada cambiada y en una profunda depresión. La echaba de menos, mucho, pues a una mujer así no se olvida fácilmente ¿verdad so cabrón? ¿Ahora te has dado cuenta a tus 86 años de lo que has perdido? No me creo tu egoísmo ni ese amor inexplicable de ella hacia ti, a la que nunca le correspondiste en nada de nada. Quédate en la soledad, quédate...
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