El Beato Juan de Prado, Presbítero y Mártir residió bastante tiempo en Sevilla, donde cultivó muchísimo la devoción a la Inmaculada Concepción. Siendo ministro Provincial de su orden recorrió toda la diócesis, en especial el convento de San Diego de Alcalá, el que estuvo situado en los terrenos donde hoy se encuentra el teatro Lope de Vega en Sevilla.
De la Virgen del Alma Mía fue Juan de Prado el gran impulsor, imagen que estaba en el altar mayor del citado convento, y que los hermanos dieguinos fueron al igual que Juan de Prado unos buenos impulsores de la advocación inmaculista y la que hoy se encuentra en la Iglesia de San Antón Abad.
Se marchó a África Juan de Prado a predicar el Evangelio, tierra que no lo recibió bien y le dio martirio, terminado rematado con una cimitarra, sable corto, de hoja curvada y ensanchada hacia la punta, que usaban turcos, persas y otros pueblos orientales. Los restos del Beato fueron traídos a Sevilla, enterrados en la Catedral hasta que pasaron a ser enterrados a la Iglesia del convento de San Francisco de Santiago de Compostela.
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