Una Reina sevillana.



María Antonia Fernanda de Borbón y Farnesio, fue la más pequeña de los hijos del Rey Felipe V de Borbón y de su segunda esposa Isabel de Farnesio. Y nació en los Reales Alcázares de Sevilla el 17 de Noviembre de 1729 durante la firma del Tratado de Sevilla, que acabó en la Guerra anglo-española, cuando Sevilla fue Villa y Corte de España entre 1729 y 1733.

Al ser hija del Rey de España, ostentaba el título de Infanta de España y el tratamiento de Alteza Real. En un plan de doble matrimonio, se casaría con Luis, Delfín de Francia, y su hermano el Infante Felipe se casaría con la hermana, Luisa Isabel de Francia. Su madre accedió, pero insistió en esperar a que María Antonia llegara a una edad más madura. También fue la mano de la Infanta buscada por el Príncipe de Sajonia. Al final el matrimonio del Infante Felipe y Luisa Isabel se celebró en 1739, y el de su hermana mayor la Infanta María Teresa en 1745 con el Delfín. Intereses puro y duro.

María Teresa murió antes de los dos años de casada, quien tras dar a luz a la pequeña María Teresa también falleció, por lo que el Delfín se quedó completamente solo y sin heredero. Por este suceso se intenta de nuevo de comprometer a María Antonia con el Príncipe viudo francés, pero la idea es desechada por Luís XV, y en su lugar, optó por María Josefina de Sajonia, con la que ya pudo tener varios hijos, pudiendo haber sido la sevillana Reina de Francia en dos ocasiones.

A pesar de todo este lío de pareja de María Antonia, el 31 de Mayo de 1750 se casó en las cercanías de Turín con el Príncipe Víctor Amadeo III de Saboya, quien luego fue Rey de Cerdeña y María Antonia Reina consorte, los que tuvieron nada  y nada menos que doce hijo. Con el matrimonio la sevillana vino a fortalecer los lazos entre los Reinos de España y de Cerdeña, que unos años antes estaban enfrentados en la llamada Guerra de la Sucesión Austriaca.


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