El juicio a un cadáver.


Fue Formoso I al finales del siglo IX al que se le juzgó después de muerto. Dicen que fue justo, capaz y ecuánime como Papa, lo que le sirvió para ganarse enemigos muy poderosos, como los Spoleto. 

 Según cuentan, al pobre Formoso I lo juzgaron porque no se podía ser obispo de Roma sí ya se era obispo de otras diócesis, caso que ocurrió con Formoso I, por esto le montaron el “juicio a un cadáver”. Pero lo más gracioso fue, que uno de los Papas que le siguió, que fue Esteban, también incumplía esto de Formoso y quedó libre de culpas, en fin, una de las tantas venganzas que se ha tomado la Iglesia con muchos poderosos para salir siempre  victoriosa.

En el juicio fue declarado como era de esperar culpable Formoso I, al que le amputaron tres falanges de la mano derecha. Toda una tortura macabra a un muerto después de muerto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario