Tuvo Sevilla en el siglo XVIII y aunque parezca mentira un Hospital de Perros, no de los que andan a dos patas, que son muchos hoy por desgracia, los cuales eran atendidos con el mayor esmero que puedan pensar.
Y todo comenzó por una enfermedad de la la raza canina de la población hacia 1764, la cual atacaba a los perros y en dos días estaban muertos, por lo que se preocuparon bastante las autoridades locales temiendo que aquella epidemia fuese contagiosa para la ciudad, acudiendo el Asistente a la Sociedad de Medicina para que esta interviniera en el asunto, y examinando a los perros atacados informase del riesgo que pudieran ofrecer. Siendo el Ayuntamiento el encargado de enterrar a los perros en un sitio determinado a extramuros.
Aquí se demuestra una vez más la preocupación del ser humano a su mejor amigo, el perro. Y no precisamente el de dos patas.
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