Se cita en la Biblia (el libro más leído del mundo) a los tartesios como el pueblo que explotaba las minas de cobre de Tharsis, los que hicieron donación de una bella mesa de bronce para el templo de Jerusalén construido por Salomón.
De este pueblo tartésico se ha hablado mucho. Pero aún no se conoce lo suficiente de él, diciendo algunos historiadores que llegó mil quinientos años antes de Cristo procedente de África y otros, que los tartesios son los últimos supervivientes del continente hundido de la Atlántida (todo un misterio como la Madrugá sevillana que no se arregla).
Los tartesios en Sevilla erigieron sepulcros de muy grandes dimensiones de piedra, llamados <<de corredor>>, estando uno enterrado en el subsuelo de la Puerta de Jerez. Y no nos podemos olvidar del gran tesoro del Carambolo que dejaron en Sevilla, el que fue encontrado el 30 de Septiembre de 1958, en el campo de tiro Pichón del Carambolo, el que fue escondido por los tartesios para evitar a buen seguro la pérdida del mismo por alguna batalla, toda una joya digna de ser admirada que se compone de brazalete, pectorales, placas de cinturón y collar.
Tesoro encontrado en Camas en 1958, estando formado por 21 piezas de oro de 24 quilates (y no del que cagó el moro).
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