Fue en 1063, cuando gobernando en Sevilla el musulmán Almotadid, recibió del rey Fernando I de Castilla y León una petición para que le fueran entregados los restos mortales de San Isidoro y de Santa Justa, por lo que viajó a Sevilla una embajada que estaba compuesta por abales de toda la España cristiana. Encontrándose al frente el obispo leones Alvito y los nobles Fernando y Gonzalo con una gran escolta militar.
Pero como los musulmanes no encontraron los restos que le dijeron, cuentan, que San Isidoro se apareció nada más y nada menos que tres veces a Alvito para señalarle con un bastón el lugar exacto donde estaba enterrado, diciéndole San Isidoro en su aparición: "aquí, aquí, aquí encontrarás mi cuerpo".
Desde que los restos mortales de San Isidoro fueron encontrados reposan en León, sin olvidarnos que no pudieron llevarse el cuerpo de Santa Justa, del que no dieron con él. Y sobre los restos de San Isidoro, fue primero depositado en la Iglesia leonesa de San Juan y luego trasladado solemnemente el 23 de de Mayo de 1063 a la Basílica que lleva su nombre, perdiendo Sevilla para siempre de tener en su tierra al cultísimo San Isidoro.
San Isidoro.
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