Fue Beatriz de Silva la fundadora de la Orden de la Concepción Franciscana, que estando en la corte de Tordesillas en 1453 fue víctima de unos celos falsos por parte de la reina Isabel de Portugal, que creía que su esposo le tenía un gran afecto, por lo que ordenó la muy hija de puta que la encerraran en un baúl con llave durante tres días.
Cuando su tio Juan José de Meneses logró abrirlo, pensó que estaría muerta pero se llevó una gran alegría al verla bien y sin ningún síntoma. Una vez fuera de su baúl, Beatriz contó algo mágico, increíble de creer. Decia que se le apareció la Virgen Inmaculada con un niño en brazos, vestida de blanco y envuelta en un manto azul con una luz especial.
La Virgen confortó a Beatriz y le anunció su pronta liberación pero a la vez le ordeno que fundara una orden en su honor de su Concepción sin mancha con el hábito que traía puesto. Sin olvidarnos que en una de las últimas apariciones de la Virgen a Beatriz le dijo: <<Hija, de hoy a diez días has de venir conmigo, que no es nuestra voluntad que goces acá en la tierra de esto que deseas.>> Y si esta historia es increíble, más lo fue cuando en la agonía de su muerte al recibir la sagrada unción se le grabó en su frente una estrella, todo un enigma o signo de su santidad.
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