Una anécdota muy curiosa del genial Quevedo.


Contaremos una anécdota de Quevedo que con solo recapacitar un poco y no mucho, nos daremos cuenta de su grandeza. 

El genial Quevedo de regreso a su casa solía mear en un rincón de una calle, antes hay que darse cuenta que no es como hoy. Pues esta costumbre era normal por no tener las casas sanitarios, total, que un día encontró que los dueños de la casa habían puesto una Cruz en el lugar donde se parada el gran escritor a mear, y este ni corto ni perezoso volvió a mear.

 Al día siguiente pusieron un letrero que decía: <<Donde se ponen cruces no se mea>> y Quevedo escribió debajo: <<Donde se mea no se ponen cruces. no ni ...

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