Dos claveles para la Macarena.
Cuentan en la Macarena, que un Jueves Santo entre las muchas gente que acuden a la Basílica por la mañana a ver a la Esperanza Macarena y a su Hijo el Señor de la Sentencia, el armao que estaba de guardia en la delantera del paso de la Virgen apreció a una mujer anciana y de aspecto humilde acercarse entre la multitud. En sus manos llevaba la señora dos claveles cuyos cabos estaban envueltos en papel plateado, y tras estar un rato ante la Madre de Dios, las lágrimas casi le salían a la buena mujer, cuando de sus labios salieron esta bendita palabras:
"Que bonita estas Madre, que linda eres.
Gracias una vez más, por protegerme,
gracias por escucharme.
Gracias por haber terminado con el sufrimiento de mi hijo.
Gracias por haberlo recogido y tenerlo hoy a tu lado.
Ya cuando quieras puedes disponer de mí.
Gracias Madre".
Gracias una vez más, por protegerme,
gracias por escucharme.
Gracias por haber terminado con el sufrimiento de mi hijo.
Gracias por haberlo recogido y tenerlo hoy a tu lado.
Ya cuando quieras puedes disponer de mí.
Gracias Madre".
Besó la mujer los claveles, y los arrojó junto a los ramos de flores que estaban en los pies del paso. Pero el armao que lo vio todo rompiendo el protocolo se agachó, cogió los claveles y los besó, depositándolo entre los candelabros del palio junto a la Virgen Macarena, quien tras volver a su sitio exclamó ¡para que vaya con la Virgen esta noche!. Lo que hizo no controlar las lágrimas de la mujer por su gran gesto y besó su mano dándole las gracias.
Cosas como estas son las que engrandecen a nuestra Semana Santa, no otras.
Foto de Fran Silva .
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