Cuenta una leyenda, la que a usted a lo mejor que es muy culto y no se la cree, pero que siempre hay que contarla y sobre todo respetarla porque el pueblo así lo cree, que cuando la Hermandad de la Macarena estaba establecida en la Iglesia del convento de San Basilio, sólo tenía un Crucifijo, no Virgen alguna, por esto más adelante sería cuando la Corporación empezó a ilusionarse de tener una Virgen.
La primitiva Hermandad era muy pobre, nada que ver con la que hoy estamos acostumbrados a ver por las calles de Sevilla, por lo que se interesó la Hermandad en una imagen de la Virgen que estaba en el Hospital de las Cinco Llagas, la que al parecer era de un viajero que enfermó y fue llevado al Hospital donde moriría sin hacer testamento alguno dejando su equipaje. Pasaron unos años y nadie reclamo nada, y al abrir dicho equipaje entre las cosas apareció la portentosa imagen de la Virgen, esta que la Hermandad desde que se enteró de la noticia la quiso adquirir.
Era la Hermandad de la Macarena poseedora de un reloj, que un devoto le había donado para que pudiera seguir las horas de sus vigilias nocturnas, pero que no usaba porque se servía de el de los monjes Basilios. Los cofrades enterados que el administrador del Hospital de las Cinco Llagas estaba interesado en un reloj, no duraron en ir a verlo para cambiarlo por la imagen, pero el administrador al no querer perder para siempre la Virgen les propuso que la escritura no constase como permuta definitiva, sino como una cesión temporal, por lo que la Hermandad prestaba el reloj al Hospital y este prestaba la imagen a la Hermandad, con la condición que solamente se podría cancelar esto exigieron los cofrades a petición de la propia Hermandad pero no por parte del Hospital. También añadieron los cofrades, que en ningún caso tendría que ser llevada la imagen al Hospital para que pudiera tener efecto la anulación de lo pactado.
Pasado un tiempo, el administrador del Hospital quiso devolver el reloj a la Hermandad y que está le devolviera a la Virgen, pero se opuso la Hermandad diciendo que solamente si se llevaba a la Virgen por voluntad al Hospital podría quedar cancelado el contrato. Al pasar unos años, un Viernes Santo durante la procesión y de regreso a San Gil, que es donde ya estaba residiendo la Hermandad se había hundido la techumbre de la Iglesia, decidiendo los cofrades ir al sitio más cercano que era el Hospital de las Cinco Llagas, en el que cuando estaba llegando se escuchó una voz de un hombre mayor diciendo: ¡no la entréis, que la perderéis! ¡No la entréis, que la pretendéis!. Detenido el cortejo, el hombre mayor hablo con el hermano mayor y le dijo; sé esto porque hace muchos años yo fui aprendiz de relojero y ayude a mi maestro a instalar el reloj que la Hermandad dio al Hospital a cambio del préstamo de la Virgen, por lo que decidieron en ese momento los cofrades recogerse en la Iglesia de San Hermenegildo, junto a la Puerta de Córdoba. Verdad o leyenda no se sabe, lo que sí se sabe es que no deja de ser una historia que más bien engrandece y enriquece a nuestra Semana Santa.
Hospital de las Cinco Llagas .
Foto de Jesús Martínez. La Macarena.
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