El Ángel de la Guarda de Murillo.



Más de una vez hemos dicho que la Catedral de Sevilla es más que un Museo, tiene obras tan magníficas que hacen de ella una importantísima pinacoteca. Una vez más pondremos como ejemplo esta sublime obra del afamado y único pintor sevillano, Bartolomé Esteban Murillo, su Ángel de la Guarda de la Catedral sevillana, obra realizada hacia 1665-1666.

La pintura fue realizada para el Convento sevillano de los Capuchinos, siendo regalada en 1814 por la comunidad de los Capuchinos al Cabildo de la Catedral en agradecimiento por haber custodiado sus murillos antes de trasladarlos a Gibraltar para que no fueran expoliados por los mamones franceses. Cuadro que parece ser, para su realización Murillo pudo basarse en una estampa del italiano Simone Cantarini.

Como vemos en la foto, se representa al Ángel de la Guarda de aspecto joven y bello de la mano de un niño, y con la otra mano señala la luz que viene del cielo, que junto con la oscuridad del cuadro destacan las dos figuras. El Ángel viste túnica con tonos dorados y un mantolín de color rojo oscuro, y el niño una túnica blanca. Tanto el Ángel como el niño se están mirando, una mirada que tiene vida, la que el genial artista sevillano con sus pinceles daba a sus obras como esta, una de las más bellas sin duda alguna de toda su producción por la belleza representada en el rostro del Ángel y el Niño, los que cuando se observan parecen estar completamente vivos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario