Fue Sevilla donde más arraigo tuvo la doctrina luterana, por esto comenzó a ejercer funciones el Tribunal de la Inquisición, para que nadie pensara diferente a ellos. Se constituyó el Tribunal en la Casa Grande de los Dominicos del antiguo convento de San Pablo. Pero al quedar pequeño este paso al castillo de Triana, siendo los Dominicos fray Miguel Morillo y fray Juan San Martín nombrados primeros inquisidores por los Reyes Católico en la ciudad vallisoletana de Medina del Campo, los que dieron una proclama a Sevilla en 1481, que trajo consecuencia en que una gran cantidad de judíos conversos moriscos y morenos de color huyeran de Sevilla hacia otros lugares.
En la proclama se ordenaba que todas aquellas personas que cobijaran o ampararan a los perseguidos por la Inquisición serían excomulgados, procesados y privados de sus bienes si en un plazo de quince días no eran entregados.
La injusta Inquisición actuaba mediante los llamados Auto de Fe, que en Sevilla llegaron a tener un verdadero carácter festivo, celebrándose en principio en las Gradas de la Catedral y colocándose el cadalso a espaldas del viejo Sagrario.
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