Cuenta una leyenda en torno a la iglesia de San Lorenzo, que un albañil recibió el encargo de tapiar una habitación en una casa, y para hacer el trabajo, que se lo pagaron bastante bien tenía que ir con los ojos vendados hasta el lugar.
El albañil acepto, y tras darle varias vueltas por distintas calles para despistarlo con los ojos vendados en un carruaje llegó a la casa, en la cual comenzó el trabajo y observó sorprendido que la habitación que iba a tapiar había una mujer a la que se iba a dejar dentro.
Por las amenazas que recibió el albañil de su contratante no tuvo más cojones que llevar a cabo dicho trabajo y emparedar a la pobre mujer. Contándole luego a las autoridades, que el único dato que tenía para descubrir el lugar donde se encontraba la mujer era que durante su trabajo oyó el reloj dar dos campanadas en poco rato, confirmando la autoridad que había de ser el reloj de la iglesia de San Lorenzo por ser el único de Sevilla que daba dos cuartos.
La autoridad y el albañil fueron al barrio de San Lorenzo y tras unas cuantas vueltas descubrieron la casa, en la que entraron y fueron a la habitación tapiada, que tras ser derribada encontraron gracias a Dios con vida a la pobre mujer.
La autoridad y el albañil fueron al barrio de San Lorenzo y tras unas cuantas vueltas descubrieron la casa, en la que entraron y fueron a la habitación tapiada, que tras ser derribada encontraron gracias a Dios con vida a la pobre mujer.
Por la mujer se averiguó quién era el hombre que había ordenado la lapidación, siendo detenido en Cádiz, donde iba a embarcar a Cuba, contando la leyenda, que el detenido era un verdugo de Cuba que se quiso vengar de esta mujer por ser pariente de una persona que había descubierto su identidad de verdugo. Ya saben, tengan cuidado amigos con descubrir ciertas identidades.
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