Nació el pintor Juan Ruiz Soriano en Aracena en 1701 y murió en Sevilla en 1763, quién aprendió su oficio con su primo Alonso Miguel de Tovar, desarrollando su actividad artística a partir de 1725.
El estilo de Juan Ruiz Soriano es murillesco. Pintor del que dicen que por el bajo precio que vendía sus obras recibía muchos encargos para conventos sevillanos (igual que hoy muchos pintores, que debido a la crisis han bajado mucho el valor de sus obras), teniéndose constancia de que lo primero que pintó fue para los claustros de los Franciscanos, Terceros y Agustinos.
En 1726, restauró Soriano y amplió por la parte inferior el cuadro de Santiago Matamoros de la Parroquia de este en Sevilla (Santo que como las cosas no cambien en nuestra sociedad va a tener que salir otra vez a la guerra), intervención por lo visto malísima la que hizo en la restauración del cuadro por descomponer al completo su composición original (como ven nada tiene que ver el ser restaurador con ser pintor o ser imaginero).
Este pintor dejó en Sevilla bastantes obras como: La estigmatización de San Francisco y San Francisco renunciando a las riquezas terminales, El rapto de San Francisco en la Iglesia San Román, la Aparición de Cristo y la Virgen a San Francisco para encomendarle la construcción de la Iglesia de la Porciúncula en la capilla de Nuestra Señora de los Ángeles y muchas más. Destacando la conocida pintura del retrato de Fray Isidoro de Sevilla, obra firmada que conserva el patrimonio de la Hermandad de la Divina Pastora de la que fue el impulsor del culto a la Virgen en esa advocación.
Este pintor dejó en Sevilla bastantes obras como: La estigmatización de San Francisco y San Francisco renunciando a las riquezas terminales, El rapto de San Francisco en la Iglesia San Román, la Aparición de Cristo y la Virgen a San Francisco para encomendarle la construcción de la Iglesia de la Porciúncula en la capilla de Nuestra Señora de los Ángeles y muchas más. Destacando la conocida pintura del retrato de Fray Isidoro de Sevilla, obra firmada que conserva el patrimonio de la Hermandad de la Divina Pastora de la que fue el impulsor del culto a la Virgen en esa advocación.
Fray Isidoro de Sevilla.
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