Cualquier bizco.


Si, empiezo diciendo cualquier bizco porque a nadie particularmente me refiero, solo a la muy terrorífica mente del ser humano que por sus supersticiones algunas absurdas, como ésta lo han tratado siempre al bizco como si fuera de otro mundo y hasta con temor. Una gran tontería, cuando a lo que deberíamos de temer son a los de siempre, los políticos.

Dicen, que antiguamente se creía que si un bizco miraba a un niño recién nacido era capaz de provocar en él manifestaciones conocidas como el mal de ojo, enfermedades, verrugas y marcas en la piel (no digo nada si al niño recién nacido lo mira  un imbécil de nuestra época o un político, esos que tanto me gustan).

También se cuenta que si en el mismo momento del parto tenía lugar en las cercanías una reunión de brujas para celebrar su famoso aquelarre nacía bizco (no me extraña nada que todavía existan gilipollas, que miren con temor a cualquier buena persona como estas por tener solo ese pequeño defecto). Un saludo a todos y no se acomplejen, esto no es nada comparado con otras cosas  amigos.

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