Curiosidades.
No siempre se cantaron saetas con la voz del propio saetero.
Hubo un tiempo que la Hermandad de la Sed a su llegada al templo un vecino del barrio el que su voz no daba para nada, se subía al techo de una cabina telefónica interpretando la saeta con una flauta, reinando un silencio a su alrededor como solo Sevilla sabe hacerlo. Hoy sería un escándalo, pero lo que verdaderamente importa de la saeta es hacerla con el corazón y no como algunos, para lucrarse de un cante hecho oración.
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