Esta maravillosa Virgen mide 1,78 ms de alto, obra realizada por el imaginero Cristóbal Ramos, cuyo origen era una Dolorosa genuflexa que encargó la Hermandad para procesionar a los pies del portentoso Cristo de la Expiración, obra de Marcos Cabrera en 1575.
Procesionó por primera vez la Virgen de las Aguas en 1772, arrodillada ante su Hijo Crucificado. Siendo está iconografía introducida en el siglo XVII por Pedro Roldal inspirándose en las imágenes granadinas de su maestro Alonso de Mena, modelo que representaba a la Virgen de rodilla y manos entrelazadas ante la Cruz.
No procesionó bajo palio por primera vez hasta 1923, imagen que ha sido varias veces restaurada como en 1880, que la retocó Gutiérrez Reyes-Cano, y en 1922, Infantes Reina le transformó su posición original para adaptar un nuevo candelero y colocarla erguida aparte de sustituirle sus manos de barro entrelazadas por unas talladas en madera abiertas para poder salir bajo palio.
En 1962, de nuevo sería intervenida la imagen por Sebastián Santos rojas, que le hace un nuevo candelero y baja los párpados para desviar su mirada y también restauró su policromía, la que gracias a Dios no ha perdido su bello rostro, ese que sigue enamorando a todos los que la ven su Lunes Santo. Destacando de esta sin igual Dolorosa su toca blanca y a su creador Antonio Amians, que en 1922, se inspiró (y no como hoy algunos en cualquier cosa) en los cuadros de la escuela española del seiscientos, luciendo en su cabeza la magistral diadema de Emilio García Armenta en 1943, de plata dorada y la que aún resalta más el bellísimo rostro de la Virgen de las Aguas.
Foto de Rafaes.
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