Cuando los cartagineses entraron en Sevilla, la batalla fue bastante cruel, teniendo construida los tartesios unas murallas de piedra y barro de gran resistencia para aguantar casi todo. Una batalla que fue cuando por primera vez apareció en España el temido ariete, máquina militar que derribaba las murallas golpeándolas.
Los cartagineses cuando conquistaron Sevilla la volvieron a fortificar, y establecieron en todo el territorio diversos sistemas defensivo. Pero al ser declarada luego la guerra entre Roma y Cartago, Amílcar Barca, quien mandaba las tropas cartaginesas en Sevilla ordenó el reclutamiento de los andaluces, siendo enviados a Zaragoza para quitarse de problemas.
Marchó Amílcar Barca a Zaragoza, llevando con él a su hija Himilce, a la que dio en matrimonio al general cartaginés Asdrúbal, cuando llegó a la boda la noticia de que Sevilla se había sublevado y pasado a cuchillo la guarnición cartaginesa que Amílcar dejó. Por lo que abandona la boda Amílcar y regresa a Sevilla para combatir y recuperar la ciudad, haciendo prisionero al caudillo andaluz Istolacio y al que luego manda a crucificar (no se andaban como vemos con chiquitas).
Ya todo tranquilo y establecido en Sevilla, Amílcar Barca parte al norte, donde fundó Barcelona, y dos años tan solo después Sevilla se vuelve a sublevar contra los cartagineses, los que estaban al mando de Galvo.
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