Felipe III fue quien prohibio pedir limosnas a los hombres y mujeres que estaban sanos en 1605 y que tuviesen facultades para trabajar, dando un plazo de quince días, so pena de destierro para las mujeres y de cien azotes y cuatro años a destierros a los hombres.
Estamos hablando del siglo XVII. Pero que si se dan cuenta, la cosa no ha cambiado nada, al revés, hoy se pide más y con menos vergüenza.
Ante las pocas ganas de trabajar de los pícaros (un estilo a los muchos de nuestros Ayuntamientos), años después se les condenada a ser marcados a fuego, en la espalda o brazos, para así descubrir y enviar a galeras a los reincidentes. Si esto se hiciera hoy, España parecería una Ganadería, pues casi todo el mundo estaría marcado, he dicho casi todos, no todos señores.
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