Borrachos.



Borrachos, bonita palabra por lo menos para un servidor, siempre y cuando se este en condiciones de estarlo y sin molestar a nadie. De ellos, una gran parte de la literatura se ha ocupado, contándonos sus proezas como también sus impertinencias.

Hablar de diferentes tipos de borrachos sería imposible, porque de tantos que hay no terminaremos. Fueron borrachos Reyes, literatos, pintores, cantaores, bailaores, militares, curas, políticos, médicos, escultores, deportistas, actores de cine, toreros, maestros y  un sinfin de personajes que usted seguro recuerda.

El problema del borracho, no es otro que cuando está hasta arriba y le da la murga hasta su puta madre, ¿quien no ha estado en un bar y se le ha acercado uno contándole su vida y hasta la de sus muertos? Por eso hay un dicho en Jerez de ellos que dice; eres más pesado que un borracho jerezano, esta especie es si no la peor una de las peores. Pues por experiencia les digo, que para quitárselo de encima hay que darle un guantazo o llamar a la legión.  Estos, no se vayan a creer que sólo están en Jerez, los hay por muchísimas capitales como pueblos de España también, lo que no sé si más pesados.

Y como decíamos antes, que había diferentes tipos de borrachos, pues contaremos sólo algunos. Como el melancólico romántico que echa de menos a su mujer porque lo ha dejado, el que le da por llorar al recordar algo que ya tenía olvidado y monta el espectáculo, el que le da por meterse hasta con sus muertos, el que le cuenta los problemas familiares y luego se arrepiente al día siguiente de habérselo contado, el que se pone hasta las trancas para aparentar lo que no puede en su casa, el tonto que bebe y no sabe ni por qué lo hace ( estos sí son peligrosos) y el que va de listo, que bebiendo se cree que a un servidor lo va a engañar. Toda una colección pero para nunca comprarla y guardarla en su casa.

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