Me llega una anécdota a través de un buen amigo, que en un lugar cuyo nombre no quiero acordarme, perdón, que me he ido por el Quijote. A lo que íbamos, que en una de las miles y miles de conferencias un imbécil levantó la mano para hacer una pregunta al señor que la daba y este amablemente le dijo, dígame, a lo que el impresentable, bruto y ceporro le dijo ¿de que hermandad es usted de Sevilla? Sin tener nada que ver por supuesto, a lo que educadamente el conferenciante le dijo que si tenía mucho interés luego de la conferencia se lo diría.
Yo lo hubiera hechado al instante o lo hubiera mandado que se diera una vuelta por el carajo, porque individuos de este calibre son como los que te encuentras a diario y sin tener tema de conversación te dicen; parece que va a llover, claro que si, parece.
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