Gatos en Egipto.


Parece ser, que fue en el antiguo Egipto donde nació el gato doméstico, siendo un gran perseguidor de ratas y ratones, que tan eficaces fueron, que acabaron pasando a ser casi héroes y, como tales, dignos todos  de ser reverenciados (no como algunos políticos que yo me sé).

Llegó su veneración a tal punto, que hasta apareció en el panteón egipcio Bastet, la diosa-gata, una deidad pacífica y doméstica, protectora de los hogares y amante de la música  pero igual como todos los gatos, muy impredecible. Así, que cuando se mosqueaba se transformaba en una temible mujer con cabeza de leona (igual que su mujer) y un temperamento mortal, que tomaba el nombre de Sejmet.

El personal estaba convencido de que todos estos gatos domésticos eran manifestaciones de la misma diosa, por eso los felinos de los cojones y simpaticones vivían del carajo, mucho mejor que usted y que yo hoy en españa. Es más, a la muerte de estos felinos merecian el honor de ser momificados y enterrados en sepulturas y sarcofagos específicos, y si algún tonto le daba por matar a un gato, era condenado a muerte en el momento, y antes de terminar, contaremos una curiosa historia: conocedor del respeto que sentía los súbditos del faraón por los gatos, Cambises II que no era tonto y emperador de los persas (528-521 a.C.), ideó para que se rindieran los habitantes de la ciudad de Pelusa la macabra idea de amarrar un montón de gatos a los escudos de sus soldados, por lo que los egipcios optaron rápidamente el rendir la ciudad, por su gran respeto y veneración a los felinos.


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