Estos dos soberbios y maravillosos cuadro del mismo tamaño de la Inmaculada y el San Juan Evangelista los pintó el pintor de la Verdad, Diego Velázquez en su época de juventud por encargo en 1618, para el Convento sevillano de Carmelitas Calzados. Dos obras relacionadas con la Inmaculada y que tanto protagonismo tuvo en Sevilla, siendo el cuadro de la Inmaculada un retrato según los estudiosos en la obra del pintor de su esposa Juana Pacheco, y el San Juan Evangelista en Patmos escribiendo el Apocalipsis un autorretrato de Velázquez.
Estas dos obras de arte sevillanas, que como tantas otras hoy, las disfrutan otros en vez de nosotros, esto también es MEMORIA HISTÓRICA.
Hasta la Invasión Francesa estuvieron estas dos pinturas del artista en el Convento sevillano, el que fue cuartel de tropas de caballería de aquellos mamones. Estos cuadro fueron vendidos y no por el cerdo de Soult, sino por un canónico al embajador de Gran Bretaña, los que fueron adquiridos a los propietarios por la Galería Nacional de Londres en 1956, quedándose España y en este caso Sevilla, sin estas dos obras maestras de la pintura, las que les fueron rrobadas y nada más.
Si todo lo que le han quitado a Sevilla se le devolviera, tranquilamente se podrían hacer unos cuantos Museos.
La Inmaculada que debería de estar en Sevilla de Velázquez.
El San Juan Evangelista que debería de estar en Sevilla de Velázquez.
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