Durante la época del Papa Clemente, cuarto Obispo de Roma era bastante habitual que muchos jóvenes cristianos se castrasen para mantener el celibato y no caer en la tentación (esa que todos tenemos).
Hasta el propio Emperador prohibió la práctica de castrarse, la cual se extendió hasta el Emperador Adriano, quien llego a decretar la condena de muerte a todos aquellos que llevasen a cabo está práctica. Aquí vemos donde puede llegar el hombre por su fanatismo y no religión, a esto y otras cosas que no tienen lógica alguna, al menos desde mi punto de vista.
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