En el año 217, Calixto I se tuvo que enfrentar al antipapa Hipólito, quien había llegado desde Oriente y había sido nombrado presbítero por el Papa Víctor I.
La mayor crítica de Hipólito a Calixto I era la de haberse vuelto demasiado permisivo en lo que era el sexo, teniendo en cuenta que Calixto siempre fue bastante hábil para atraer al cristianismo a nuevos seguidores.
Indultaba Calixto a religiosos acusados de delitos, ordenada sacerdotes a hombres que habían estado casados y hasta permitía que religiosos pudiera contraer matrimonio, incluso algunos altos cargos de la curia permanecieron en sus puestos tras comprobarse que durante la celebración litúrgica habían practicado sexo con alguna de las muy putitas fieles, que siempre las hubo y no hay que asustarse, teniendo en cuenta que el adulterio se castigaba en Roma en esa época con la muerte, por eso el amigo Calixto extendía documentos de perdón absorbiendo a aquellos culpables de adulterio a cambio de una pequeña penitencia. Todo un descontrol o un lío, como ustedes quieran.
El Papa San Calixto I.
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