Cuenta la leyenda, que el Papa Silvestre I curó de lepra al Emperador Constantino, y que a cambio de perdonar los excesos sexuales del Emperador conseguido muchos logros y propiedades para la Iglesia. Como ven no hay Papa tonto, si listo, consiguiendo a cambio de su silencio del Emperador oro, plata, joyas y propiedades como el Palacio de la familia Laterani, donde se trasladaría la burocracia papal.
El Papa Silvestre I fue quien condeno la zoofilia en el Concilio de Ankara (314), algo que no era pecado hasta entonces y que muchos practicaban sin ningún pudor.
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