Estando de alcalde de Sevilla don José García de Vinuesa, se consiguió gracias al empeño que el mismo puso en ello, que el Ayuntamiento acordara erigir un monumento a la Reina Isabel II como recuerdo al amor que tenía por Sevilla. Dicen que la Reina de una forma muy educada no quizo recibir este honor de que le levantaran una estatua en Sevilla, alegando que no era partidaria de tener monumentos mientras vivía, pero sí dijo que para ella sería muy importante que se hiciera por sus méritos y amor a Sevilla a su antepasado el rey Fernando III,“El Santo ”, toda una lección que podrían aprender más de un capullo.
Por la proclamación de la I República y la caída de la Monarquía hasta de la misma Reina Isabel II, el proyecto del monumento pasó al mayor de los olvidos hasta 1915, que es cuando el Ayuntamiento de Sevilla aprobó definitivamente la realización del mismo. Encargándose de la ejecución el arquitecto Juan Talavera y Heredia, que presentó un proyecto bastante original.
Los escultores que se encargaron de hacer las estatuas de este monumento fueron seleccionados por concurso, realizando al Rey Fernando, Joaquín Bilbao, a Alfonso X el Sabio, Enrique Pérez Comendador, a Don Remondo, Adolfo López Rodríguez, a Garci Pérez de Vargas, Agustín Sánchez Cid y al Almirante Bonifaz José Lafita Díaz. Este monumento se inauguró el 15 de Agosto de 1924, día de la Virgen de los Reyes.
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